Escribir un artículo acerca de psicología bajo la perspectiva del límite que propone Eugenio Trías, en su planteamiento de la filosofía del límite, es acercarnos a los orígenes del propio concepto del LIMES ROMANO. Etimológicamente límite proviene del latín LIMES, que constituía ser aquella frontera limitada por un muro exterior y otro interior, cuyo espacio o terreno intermedio estaba custodiado por los LIMITANEI o los habitantes del límite. Esta frontera marcaba los límites de la civilización, de la razón, de la convivencia ordenada y pacífica. Más allá de la frontera o cerco, se encontraban los BARBERI o bárbaros. En este espacio tenía lugar duros enfrentamientos donde alguien ganaba terreno y alguien cedía.
Atendiendo al origen del término, el Diccionario de la Real Academia Española define límite como la línea real o imaginaria que separa dos terrenos, dos países, dos territorios. Son los muros externos e internos, o límites, que señalaban la frontera del territorio romano y bárbaro, civilizado y conflictivo. Pero, el término límite tiene más acepciones. También se refiere al “extremo que pueden alcanzar lo físico y lo anímico” o “extremo a que llega un determinado tiempo” o “fin, término”.
Así visto, el espacio del límite emula un terreno de enfrentamientos, de luchas, de guerras y disputas, donde el comportamiento causante o resultante de tales enfrentamientos puede llegar a ser explicado mediante la psicología. Podríamos hablar, por tanto, de una psicología del límite, que explicaría los comportamientos violentos o bárbaros y los civilizados o normalizados, que pueden manifestarse. Si lo llevamos a las crisis familiares, existen determinadas situaciones extremas donde se presentan comportamientos bárbaros donde la violencia está latente. En este espacio de crisis que viven al límite, se encuentra, por un lado, el/la agresor/a o maltratador/a y, por otro lado, el miembro de la familia más vulnerable, que puede ser un menor, mujer/hombre, discapacitado, persona mayor, enfermo, entre otros colectivos.
Así siguiendo la filosofía del límite y el LIMES ROMANO, la crisis familiar es el espacio del LIMITANEI, el escenario donde tiene lugar el comportamiento violento, provocado por un agresor o maltratador y donde aparece un muro exterior e interior, el límite físico y el límite anímico de la víctima, siendo éstos infranqueables, pero que en casos de maltrato, este muro o frontera se puede fracturar o escindir.
Tenemos, por tanto, dos actores que participan en un escenario, los BARBERI o trasgresores de las normas de convivencia y los LIMITANEI, que por la convivencia con los BARBERI, tienen vivencias más allá de la normalidad, de conflictos y disputas con ellos. Por tanto, es el grupo vulnerable que cede ante situaciones de maltrato y “poder”. En este sentido, hablamos de un escenario del límite, de crisis familiar, donde habría períodos de (a)normal convivencia, de violencia y maltrato, situaciones de poder que traspasan la frontera o el cerco, el espacio del ser. Este espacio que es infranqueable y que se vuelve difuso ante situaciones de maltrato y abuso. La frontera del límite es el espacio del ser, físico y anímico, que constituye ser un terreno que marca el cerco de la persona. Frontera que llega a franquearse mediante continuos abusos y episodios de violencia. La brutalidad y el maltrato físico y psicológico escinde el muro infranqueable, el espacio del ser, lo que le lleva a ceder al miembro más débil y a ganar espacio al violento o trasgresor de normas, que puede llegar a traducirse en una fatal convivencia llegando a ser a veces hasta mortal. Es en este momento cuando la víctima cede ante el miedo, ante la amenaza contra su integridad y dignidad. Situación donde lo físico traspasa lo anímico, dañando la autoestima, el autoconcepto y la imagen personal.
Cada pelea, disputa o agresión que tiene lugar en la familia es una batalla, que si es ganada por el agresor le permite afianzar la situación de poder que ejerce sobre la víctima. La dependencia emocional y económica de la víctima; así como la falta de empatía, de control de la ira y actitud hostil del agresor, van a ser determinantes para entender la situación de control del agresor.
El límite se encuentra en la capacidad de “aguante” que tenga la víctima ante estas situaciones. Ello viene marcado por la vivencia pasada o actual de la situación traumática, es decir, si ha tenido experiencia previa del maltrato, de abusos o agresiones sexuales en el seno de la familia o fuera de ésta; de la impresión que marca en la consciencia de la víctima; de las estrategias de afrontamiento que tiene para sortear tal situación e incluso de la ayuda o apoyo social que disponga. Todo ello puede hacer mella en el ser y generar un trauma en la víctima que tiene que superar.
¿Cuál es el comportamiento del BARBERI?
El BARBERI o bárbaro es sinónimo de extranjero e imprudente. En el espacio del límite, es aquel que se ubica en el cerco fronterizo, fuera de la civilización, sinónimo de la razón. Es opuesto al progreso, desarrollo, perfeccionamiento del ser. El maltratador representa ser una figura inculta, ignorante y cruel, que tiene ciertos problemas psicológicos de interpretación de mensajes, cierta dificultad de empatía con la víctima, de intimar, no prestan atención a las consecuencias de sus propias acciones, suelen tener actitudes desleales y deshonestas, violando de forma activa los códigos socialmente establecidos con conductas habitualmente ilegales. Es frecuente que provengan de familias desestructuradas en las cuales hubo alcoholismo, abuso, violaciones o separaciones traumáticas. Suelen ser personas que han tenido experiencias difíciles en los primeros años de su vida, que le ha provocado ser un individuo vulnerable a las experiencias de la vida.
¿Cuál es el comportamiento del LIMITANEI?
El LIMITANEI o víctima se corresponde con el colectivo vulnerable. Son personas que han pasado o están pasando por situaciones que son traumáticas, difíciles de soportar, que puede tener consecuencias y generar problemas psicológicos, de autoconcepto e identidad personal, así como problemas de ansiedad y depresión. Es la parte más frágil que no dispone de recursos para superar tal situación traumática, por lo que necesitan ayuda profesional, aplicando para ello una intervención paliativa, de reducción del daño causado.
El comportamiento desviado del maltratador y sumiso de la víctima puede ser explicado empleando la terminología del terrero del límite. Se parte de la idea de que la conducta del maltratador no es adaptada y se escapa de la normalidad. Se parte de la idea de que un comportamiento es normal cuando éste es frecuente en una sociedad o se ajusta a una norma o convención social. También puede ocurrir que su presencia (por medio de la violencia, maltrato o agresiones) o ausencia (por medio de los descuidos o abandono familiar) pueda ser punible en un estado.
Movernos en el terreno del límite permite identificar, evaluar y/o conocer los comportamientos anómalos que tienen lugar en la familia y que provocan la crisis familiar. Se alejan de lo que es permitido por la sociedad. Una sociedad que puede ser tolerante ante determinadas situaciones pero hasta un determinado límite. El límite lo marca un individuo, una familia, una sociedad o un estado. Un individuo, si denuncia el hecho, ya que atenta contra sus derechos fundamentales e integridad como persona. Una familia, donde no es posible la convivencia y si atenta contra los miembros más débiles de la misma. Una sociedad, cuando genera una norma o convención social ante determinadas situaciones que atentan contra la vida o la integridad de los demás. Y un estado, elaborando leyes que salvaguardan los derechos fundamentales de los ciudadanos.
Para reducir este malestar vivido en una crisis familiar existe una INTERVENCIÓN PALIATIVA, que permite tratar aquellos elementos considerados anómalos, interviniendo sobre la víctima y sobre el agresor, reduciendo el problema, interviniendo en la crisis familiar. En estos casos, no estamos realizando una construcción de una familia, sino interviniendo sobre los miembros aisladamente para que no aparezca cronicidad, restableciendo hábitos, costumbres, habilidades sociales, mecanismos de defensa que están confusos o que se han roto durante el período de violencia.
Más allá del escenario de violencia, existen otras situaciones donde el espacio del límite puede llegar a aplicarse, ya que usa una terminología y un modo de reflejar la realidad que permite llegar a entender mejor la aparición de determinados problemas psicosociales y trastornos psicológicos, sobre todo cuando hay una vulneración de los derechos de una víctima. En este sentido, el espacio del límite puede llegar a aplicarse para entender el Trastorno de la personalidad antisocial.
Este trastorno se caracteriza por tener un patrón dominante de inatención y vulneración de los derechos de los demás, que se manifiesta por la presencia de 3 o más de los siguientes hechos: incumplimiento de las normas sociales respecto a los comportamientos legales, engaño o mentiras repetidas, impulsividad o fracaso para planear con antelación, irritabilidad y agresividad, desatención imprudente de la seguridad propia o la de los demás, irresponsabilidad o incapacidad de mantener una conducta laboral o ausencia de remordimiento en los actos que realiza.
La psicología del límite permite explicar el comportamiento de aquel que padece este trastorno, ya que éste sobrepasa los límites de las demás personas, vulnerando los derechos de los demás, incumpliendo lo establecido por las normas sociales de modo repetido, siendo motivo de detención. Esto es sobrepasar el límite de la legalidad realizando comportamientos no adecuados en la sociedad. Podría considerarse que es un BARBERI o bárbaro por su modo habitual de actuar.
De igual forma, también podría llegar a aplicarse al Trastorno de la personalidad narcisista, donde muestra un patrón dominante de grandeza y superioridad hacia los demás, necesidad de admiración y falta de empatía, donde explota las relaciones interpersonales, aprovechándose de los demás para sus propios fines, no estando dispuesto a reconocer o a identificarse con los sentimientos y necesidades de las demás personas, mostrando, entre otros, comportamientos o actitudes arrogantes y de superioridad.
Como conclusión, se podría decir que el límite tiene su espacio en psicología, llegando a explicar cualquier fenómeno donde hay un comportamiento antisocial o donde aparece incumplimiento de las normas de normal convivencia para una sociedad. Existe, por tanto, BARBERI o agresor que manifiesta un comportamiento bárbaro y LIMITANEI o víctima cuyos derechos son vulnerados. Donde los muros externo e interno son franqueados, y los límites físico y anímico escindidos.